7.6.08

Antonio Ruiz de Elvira

Ha muerto no hace muchos días el gran filólogo clásico español Antonio Ruiz de Elvira (1923-2008). Precisamente en mi post anterior citaba y recomendaba yo un artículo suyo. Tuve el privilegio de tratarlo algo (menos de lo que me habría gustado) y, sobre todo, siempre he aprendido mucho con sus escritos. Así que no es mi propósito redactar su necrológica, ni su biografía, sino solo rememorar algunos rasgos de su personalidad intelectual y humana, con los datos y recuerdos (personales o de lecturas) que pueda aportar. Además, el propio Ruiz de Elvira redactó un esbozo de autobiografía, que insertó en su libro Estudios mitógráficos (al que me referiré enseguida). Por lo visto, estaba preparando también una autobiografía completa, que no sé si llegaría a terminar y si será, finalmente, publicada.

Era un gran filólogo clásico de la antigua escuela, dotado de una sabiduría enciclopédica y, al mismo tiempo, de una exquisita sensibilidad estética y de un estricto sentido moral. Era tremendamente culto y curioso; escribía y disertaba sobre un amplio espectro de ámbitos humanísticos: literatura clásica, pero también mitografía, filosofía, historia, arte y música (su gran pasión). Era un experto musicólogo y un buen músico. Siempre iba a la ópera con la partitura de la obra representada. Consideraba la zarzuela un género más valioso musicalmente que la ópera. Desde esta altura de miras intelectual (hoy hablaríamos de interdisciplinariedad), estimaba que la cultura clásica constituía una unidad cultural grecolatina que, a su vez, formaba un todo con la cultura occidental europea (en estos tiempos de necio multiculturalismo orientalizante, él tenía muy claro el valor cultural e ideológico de la civilización occidental). Siendo un gran latinista, manejaba igual de bien las fuentes y textos griegos, había traducido a Platón, y no compartía la separación (que algunos hoy propugnan estólidamente) entre estudios latinos y griegos. Era, sobre todo, un ejemplo de cultura y erudición humanística (en amplio sentido), frente a la cortedad de miras, cuando no flagrante ignorancia, que hoy prevalece en los estudios clásicos en España, también entre muchos catedráticos. Era un elitista (en el sentido más noble de la palabra), políticamente muy incorrecto (en estos tiempos de imbécil corrección política), independiente y libérrimo (sin integrarse en banderías ni dirigirlas). Le gustaba llamar a las cosas por su nombre: no podía entender esa actitud fashionable de respetarlo todo, ya que aseguraba que en el mundo había que respetar lo respetable, y no respetar lo no respetable. En un tiempo en que el marximo y el psicoanálisis freudiano eran aceptados como dogmas de fe por la intelligentsia, él tuvo la clarividencia de valorar el pensamiento de Freud y de Marx como lo que son, supercherías intelectuales que él denominaba "zafias ruedas de molino" (hoy ya se ha dado cuenta casi todo el mundo).

Despreciaba la mediocridad y la grosería, considerando que son males que predominan en el mundo sobre los valores positivos. Pero también creía en tres ideales que hacían la vida digna de ser vivida: la belleza, la justicia y la libertad. Antonio Ruiz de Elvira era un hombre tremendamente conservador, como crítico textual y en su ideología política (algún día debería hacerse un estudio sobre la correlación o no entre ambas facetas). En crítica textual, era reacio a introducir en el texto conjeturas que alteraran la lectura transmitida por los manuscritos. Veneraba el testimonio de los manuscritos como si éstos fueran sagrados. Si yo tuviera que quedarme con dos obras, de su numerosa producción científica, éstas serían su magnífica Mitología Clásica (el mejor tratado global publicado en España sobre la cuestión y que supera, además, a muchos manuales extranjeros) y su edición de las Metamorfosis de Ovidio, con traducción española (la mejor traducción al castellano de las Metamorfosis) y densas notas, editada en la colección Alma Mater. Además publicó muchísimos artículos monográficos, bastantes de los cuales están recogidos en las siguientes dos recopilaciones:


  1. Antonio Ruiz de Elvira, Silva de Temas Clásicos y Humanísticos, Murcia: Universidad de Murcia, 1999.


  2. Antonio Ruiz de Elvira, Estudios Mitógráficos reunidos en homenaje al autor por sus discípulos, Madrid: Servicio de Publicaciones de la Universidad Complutense, 2001.

Cuando lo invité a impartir una conferencia en un Curso de Verano organizado por mí en Mérida en el 2001, con el título (la conferencia, no el curso) de “La mitología clásica en la música”, me regaló un ejemplar de los Estudios Mitógráficos... y estampó esta dedicatoria afectuosa: "A Gabriel Laguna, como agradecido recuerdo de estas jornadas de Mérida, con todo mi afecto. 12-VII-2001. Antonio Ruiz de Elvira".



Así que guardo ese libro como oro en paño. El otro libro de recopilacion, la Silva, lo adquirí en Valencia, en Octubre del 2007, cuando visité la ciudad del Turia (bueno, ya no hay Turia que pase por Valencia) con ocasión del Congreso Español de Estudios Clásicos. Esperaba también tener ocasión de pedirle que me lo dedicara, la próxima vez que coincidiéramos. Ya no habrá tal ocasión.

Una de las cosas que más llamaba la atención de don Antonio era su estilo, tanto en sus escritos como en las conferencias que impartía. Su artículos y libros contienen oraciones que se extienden por dos o tres páginas, con subordinadas, resubordinadas, aclaraciones, paréntesis y digresiones, pero sin perder nunca el hilo sintáctico de la oración ni incurrir jamás en anacoluto. En sus disertaciones académicas rara vez se ceñía al tema. Cuando lo invité a impartir la lección que ya he mencionado, recuerdo que nos ilustró sobre lo divino y lo humano, nos contó anécdotas, digresiones, incisos y observaciones miles, hasta que excedió el tiempo asignado sin haber entrado prácticamente en el tema. Algunos tildarán este estilo de barroco y farragoso. Yo creo que su sintaxis era muy compleja y organizada, como manifestación de una mente igualmente compleja y organizada. El aserto de Séneca le cuadraba estupendamente: Talis hominibus fuit oratio qualis vita, "Tal fue el estilo de los hombres, como su vida" (Epístolas 114.1). Lo mismo pensó, siglos después, Robert Burton, el autor de la Anatomía de la Melancolía: stylus arguit virum ("el estilo pone en evidencia al hombre").

Ha muerto Antonio Ruiz de Elvira. Y, con su muerte, el paisaje intelectual de la Filología Clásica en España queda más desolado y yermo.

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