7.7.05

Los aires difíciles

Estos días estoy presenciado el rodaje en Zahara de los Atunes (Cádiz, España) de la película Los aires difíciles, dirigida por Gerardo Herrero. El film se basa, a su vez, en la novela del mismo título (Barcelona: Tusquets, 2002), obra de Almudena Grandes. Buena novela, que leí en su momento. Creo que el título en la novela de Grandes alude, al menos, a dos elementos temáticos de la historia:

  1. Los dos protagonistas están experimentando momentos de cambio sustancial en sus vidas: es decir, han cambiado de "aires";
  2. Los "aires difíciles" connota el viento molesto de Levante, tan común en la costa de Cádiz, donde se desarrolla el argumento.


La expresión, a su vez, procede de un poema de Manuel Altolaguirre (1905-1959). Este poeta fue también impresor y guionista de cine. Ha sido considerado un poeta menor de la Generación del 27, creo que injustamente. A Manuel Altolaguirre le afectó enormemente el fallecimiento de su madre, el 8 de septiembre de 1926. Dedicó muchos poemas, obsesivamente, a plasmar sus sentimientos por esta pérdida. Uno de estos poemas, muy conmovedor, se titula "Antes", y pertenece al libro Soledades juntas (1931):

ANTES

A mi madre.

Hubiera preferido
ser huérfano en la muerte,
que me faltaras tú
allá, en lo misterioso,
no aquí, en lo conocido.

Haberme muerto antes
para sentir tu ausencia
en los aires difíciles.

Tú, entre grises aceros,
por los verdes jardines,
junto a la sangre ardiente,
continuarías viviendo,
personaje continuo
de mi sueño de muerto.
Para decir en mala prosa lo que Altolaguirre dice en buen verso: "Habría preferido morir yo antes que tú, madre, para echarte de menos desde el otro mundo (yo, muerto, a ti, viva), en lugar de echarte de menos desde el mundo de los vivos (yo, vivo, a ti, muerta)". La expresión "en los aires difíciles" describe una cualidad del Mundo de los Muertos (llámese éste como se llame: Hades, Elisio, Infierno, Más allá...). Allí corren unos aires ingratos, "enrarecidos".

La caracterización del Más Allá en este poema, con sus aires particulares, siempre me ha recordado a la descripción del Hades que leemos en el libro VI de la Eneida de Virgilio. Como se recordará, Eneas debe bajar al Hades para consultar con su padre Anquises, muerto para entonces. El Más Allá virgiliano tiene varias estancias y secciones, pero el ámbito más grato es el de los Campos Elisios, donde están las almas de los individuos virtuosos. En este ámbito las almas disfrutan de su propio cielo, su propio sol y sus propias estrellas (vv. 638-41, 660-64):

devenere locos laetos et amoena virecta
fortunatorum nemorum sedesque beatas.
largior hic campos aether et lumine vestit
purpureo, solemque suum, sua sidera norunt. [...]

hic manus ob patriam pugnando vulnera passi,
quique sacerdotes casti, dum vita manebat,
quique pii vates et Phoebo digna locuti,
inventas aut qui vitam excoluere per artis
quique sui memores aliquos fecere merendo:

Llegaron a parajes alegres y a los gratos vergeles
de los bosques afortunados, felices moradas.
Aquí se extiende sobre los campos un cielo más amplio y con su luz
rosada los cubre, y conocen su propio sol, sus propias estrellas.

Aquí están los que sufrieron heridas en sus manos luchando por la patria,
quienes fueron castos sacerdotes, mientras su vida duraba,
y los píos profetas que enunciaron oráculos dignos de Febo,
o quienes dedicaron su vida al cultivo de artes ideadas
y quienes se hicieron merecedores de ser recordados.

Qué hermoso hexámetro: quique sui memores aliquos fecere merendo ("y quienes por su merecimiento hicieron que algunos los recordaran"). Como la madre de Manuel Altolaguirre, a la que éste recordó obsesivamente y en numerosos poemas.

5.7.05

Jardín de Flores Curiosas

Si la función metalingüística consiste en usar el lenguaje para analizar / comentar / discutir sobre el lenguaje mismo, creo que yo ahora estoy usando la función metablogiana o metabitacórica (vaya trabalenguas), pues me dispongo a redactar este post para comentar sobre otros blogs.

Pero no para comentar los contenidos u orientaciones ideológicas de otros blogs (me sustraigo, así, a polémicas: j' en ai eu assez a propósito del post "Otra vez las dos Españas"). No, prefiero hablar sólo sobre los títulos de otras bitácoras.

No me negarán que algunos títulos son para quitarse el sombrero. Por ejemplo, el del blog Laudator Temporis Acti, que toma el título de una frase de Horacio, Ars poetica 173. Significa, literalmente, "elogiador del tiempo pasado", como era precisamente Jorge Manrique: "cómo, a nuestro parescer,/ cualquiera tiempo pasado / fue mejor.". En el contenido, excelente también: recoge ecos de la literatura clasica en el mundo moderno (en la misma línea de lo que intento hacer yo, pero con más regularidad y sistema).

Muy bonito también el título Edad de Oro, del blog de mi amigo Javier Álvarez. Supongo que se refiere al tiempo primigenio e idílico que imaginaron y describieron Hesíodo, Arato, Ovidio y Virgilio, pero aludiendo simultáneamente a la edad de oro de las letras españolas (siglos XVI y XVII).

Los responsables de blog Après moi le déluge, que incluye todavía pocas flores (pero algunas muy interesantes y con gran nivel) tuvieron la amabilidad y deferencia de invitarme como colaborador ("contributor"), cosa que acepté muy gustosamente, aunque no he contribuido nada (por lo que les pido perdón desde aquí). Así que consto ahí como invitado... de piedra. Precioso y original título también, aprovechando la famosa frase atribuida al rey francés Luis XV.

Pero quizá uno de mis títulos favoritos sea el del blog Jardín de flores curiosas. Este título es el de una obra de Antonio de Torquemada, publicada en 1570, "en que se tratan algunas materias de humanidad, philosophia, theologia y geographia, con otras curiosas y apacibles". El libro de Torquemada es mencionado, por cierto, en el Quijote de Cervantes. Pero el título retoma una metáfora vegetal y floral que fue aplicada frecuentemente desde antiguo para designar libros que consistían en una selección o recopilación de pasajes o poemas. En el fondo, eso son los blogs o bitácoras: cada uno de ellos un jardín (una recopilación) constituido por una gran variedad de flores (cada uno de los posts o anotaciones).

Ya puestos, hagamos un poco de historia a propósito de esta metáfora. Ya el poeta griego Meleagro de Gadara compiló hacia el año 100 a. C. un libro con selecciones de epigramas griegos, al que tituló Stéphanos ("Guirnalda"). Y compuso un poema, a manera de prólogo de su libro, donde identificaba a cada poeta contribuidor con una flor distinta. Esa antología de Meleagro está hoy perdida como tal, pero es una de las bases fundamentales de lo que conocemos hoy como Antología Griega o Antología Palatina.

Se atribuye a Suetonio una obra, hoy perdida, titulada Prata ("prados, praderas"). El poeta latino Estacio, de época imperial, escribió cinco libros de poemas de temática variada, a los que llamó Silvae (literalmente: "bosques, matorrales"). Apuleyo recopiló en el siglo II d. C. un conjunto de pasajes de oratoria, y tituló a la recopilación Florida ("paisajes floridos").

Por supuesto, las denominaciones antología (literalmente: "selección de flores, bouqué") y florilegio (lo mismo, pero con raíces latinas en vez de griegas) se mueven en la misma línea.

Desde principios del siglo XVI se publicó por toda Europa una antología de pasajes poéticos latinos, obra del fraile Octaviano Mirándula. Este libro se llamó primero Viridarium (literalmente: "jardín / selección de hierbas") y luego, más frecuentemente, Illustrium poetarum flores. Fue un auténtico best-seller durante los siglos XVI y XVII, con numerosísimas ediciones y reimpresiones. Yo tengo la suerte de poseer un ejemplar de una edición de 1553 (cuya portada mostraré aquí más adelante; ahora estoy fuera de casa). Posteriormente, una antología, mucho más amplia, que tuvo un gran éxito en Europa ya en el siglo XVII, fue la Polyanthea Magna (literalmente: "Gran ramo variado") de Joseph Langius.

En España, el poeta antequerano Pedro de Espinosa (1578-1650) publicó en 1605 una excelente antología de poesía española, titulada Flores de poetas ilustres de España. Quizá no se recuerda que este libro supuso la primera edición de algunas poesías de autores como Góngora o Quevedo.

En fin, eso es lo que quería contar hoy. Estoy fuera, como he dicho antes, así que no cuento a mano con el material y la bibliografía necesarios. Es posible por ello que haya incurrido en alguna imprecisión o inexactitud. ¿Que donde estoy? En Zahara de los Atunes (Cádiz, España), tomando baños de mar, como se decía antes (en otro post hablaré, quizá, de esto). Dejo aquí una foto, tomada anteayer, para envidia de mis lectores:

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